“El aire de París está impregnado de moda”.
Christian Dior
Los monumentos y las calles de la capital francesa inspiraron los nombres y las líneas arquitectónicas de sus diseños, pero su musa por excelencia era la mujer parisina, que simbolizaba el alma del país e impregnaba con su elegancia todas las siluetas Dior. “Las reinas del día. Nuestras glorias, nuestras musas, las mujeres elegantes a las que admiramos, envidiamos, queremos y adoramos, les parisiennes…” afirmó el modisto, que consideraba “el famoso vestido negro que tanto gusta a las parisinas” un verdadero manifiesto de estilo atemporal.
Las fotografías de archivo que capturan esta esencia de la alta costura reflejan la pasión de Dior por su ciudad. Willy Maywald tomó una imagen icónica a orillas del Sena en 1955, en la que destaca el traje Bar, una combinación de complejidad y pureza. Y, por supuesto, el alma de París subyace en cada uno de los lugares donde Christian Dior vivió, desde el Quai Malaquais y la Rue Royale hasta el 30 Avenue Montaigne, donde fundó su Maison en 1946 tras enamorarse de la sobria elegancia del edificio. Esa fascinación también se expresa en su elección de las modelos, con las que compartía un vínculo sincero, como la sublime France: “Defendía admirablemente los vestidos seductores. […] Me encantaba asignarle modelos llamados France y Paris, que siempre recibían fuertes aplausos […]”.